VIRGEN DE LA INTERIORIDAD
María fue la elegida por Dios para ser la madre de nuestro Señor Jesucristo, y por consiguiente para contener en su seno a Aquél por quién fueron creadas todas las cosas. María, en su humildad y aceptación se transformó en la "portadora de Dios". El icono de la Virgen de la Interioridad representan a María contemplando en silencio aquello que vive en su interior. El manto rojo púrpura que la cubre en su totalidad alude al Espíritu Santo que está sobre ella. Su túnica azul que asoma levemente representa la humanidad de la Virgen. Las tres estrellas que brillan en su cuerpo expresan la relación de María con la Santísima Trinidad, representada por las tres llamas de fuego que están justo en el centro de su ser. La presencia trinitaria habita en el corazón contemplativo de la Virgen Madre. Los ojos de María reflejan el silencio interior, recordando todo aquello que guarda en su corazón (Lc 2, 51). Con el gesto de sus manos, María acoge la presencia de Jesús, invitando a todos a recibir al Señor en sus vidas.
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